miércoles, 2 de noviembre de 2016

Para Lina: Mensaje al INFINITO


Si la única opción que nos queda para reparar el pasado es lanzar un mensaje al infinito y esperar a que las fuerzas del universo se alineen para ayudarnos, pues ¡que así sea!


Estaba ocupada en la cocina cuando sonó el teléfono. Lo cogí distraída, apoyándome el inalámbrico en el hombro mientras volvía al fregadero.

- ¿Sí, dígame? -no me dio tiempo a decir más.

-  Hola tengo que pedirte una cosa -lo lanzó a bocajarro, como el que habla a toda prisa para no arrepentirse o para que no se le olvide lo que quiere decir-  Llevo tiempo dándole vueltas y no logro quitármelo de la cabeza. Necesito que lo hagas, necesito intentarlo,  y he pensado que lo tienes que hacer tú. Se lo iba a pedir a mi hijo, pero seguro que no me iba a hacer ni caso y entonces me he dicho que seguro que tú  me comprenderías mejor. Además, algo te he contado ya.

- ¡Hola guapa! -acerté a contestar  a duras penas- ¿Cómo estás?

- Bien.

Me contestó escueta,  sin hacerme mucho caso, como si mi pregunta fuese absurda y obvia la respuesta. ¿Cómo se me ocurría preguntarle cómo estaba si ya hacía casi dos meses que había salido de la UVI, tenía nada más 83 años y vivía sola en su casa, por supuesto sin ayuda de ningún tipo? Sin duda era una pregunta retórica, ¡qué cabeza la mía! Siguió hablando decidida sin darme opción a decir ni un triste ¡me alegro!

- Mira, quiero que pongas un anuncio en internet. Siempre decís que todo está en internet así que creo que es lo mejor.

No me estaba viendo a mí misma, pero sé que arqueé las cejas, en gesto de sincera sorpresa. Y lo sé  porque aún estoy intentando bajarlas. ¿En internet? ¿Dónde? ¿Wallapop? ¿Mil anuncios? ¿Idealista? ¿Meetic? ¿Qué se le habría ocurrido ahora? ¿Qué querría vender? ¿O comprar? No sé qué me daba más miedo. 

Esa mujer bajita, decidida, inquieta, alegre y cabezota no ha parado en toda su vida. Ha vivido en La Mancha, Madrid, Bilbao, Brasil, Sudáfrica y Málaga, soy incapaz de decir en cuántas casas. Lo que sí sé es que en sus 25 años en un país de habla inglesa no aprendió inglés, pero sí portugués porque era el idioma que hablaban los que le caían bien.  Fue costurera, compradora y vendedora de casas, ha tenido huéspedes en la suya propia para ganar un dinerillo extra, un hostal, un bar, ha sido madre de familia, mujer de negocios, cocinera, madre, suegra (varias veces), abuela, culo inquieto, tocapelotas sin parangón e inagotable y encantadora Jeckill y Hide junto a la que es del todo imposible aburrirte.

- A ver, toma nota -prosiguió con tono de todopoderoso directivo a su servil secretaria- "Busco a Juan José Arce, que en 1953 trabajaba en Correos -también estudiaba, susurró para sí misma, pero siguió como sin darle importancia-  y que tuvo una relación por correspondencia durante dos años con una chica que vivía en Bilbao. Quiero hablar con él." 

Punto, fin del mensaje. Ya no hacía falta más. Estaba claro, ¿no? ¿Qué hacía Juan José que no se había personado ya?

- ¡Ah! - logré decir intentando ordenar mis ideas - vale

- ¿Sabes de quién te hablo no?prosiguió como si tal cosa.- Es ese chico que te conté al que vi un día en el tren cuando iba con mis amigas a Cercedilla. Él se puso a hablar con una amiga mía. Iba vestido de militar, ¿sabes? Estaba haciendo la mili, claro -me narraba la escena como si la hubiera vivido un par de horas antes-  Él se bajaba antes que nosotras, y cuando llegó a su estación me miró desde la puerta y me dijo: "Lina, te escribiré". ¡Resulta que hablaban de mí! Y me escribió, claro que lo hizo.  Le había pedido a mi amiga mi dirección y ella se la dio.

Benditas épocas aquellas en las que no éramos conscientes de la existencia de acosadores y asesinos en serie, que es lo que primero te viene a la cabeza hoy si alguien te pide tu dirección de buenas a primeras. Cuando un "te escribiré" sonaba romántico y no a que te van a enviar un burofax reclamándote algo.

- Total, -prosiguió- que me llegaron dos cartas en poco tiempo y decidí no contestarle. Pues menuda era yo -remarcó con ese "uhmmm" característico suyo que dependiendo de la entonación quiere decir una cosa. En este caso era de chulería pura- Pero luego me tuve que ir a Bilbao y la verdad es que no me lo quitaba de la cabeza. ¡Era guapo! y escribía bien - me dijo coquetaEntonces decidí escribirle... para que supiera dónde estaba -me aclaró-  A partir de ahí tuvimos una relación por carta durante 2 años. No nos veíamos, porque estábamos lejos y las cosas eran muy diferentes entonces, pero nos escribíamos casi todos los días y nos enviábamos fotos. Era bonito.

Vamos, un whatsApp de los 50 en toda regla. 

- ¿Y qué pasó? - le pregunté yo, sinceramente interesada por el fin de la historia.

- Pues que fui idiota -soltó la respuesta categóricamente-. Fíjate, el chico me escribió un día diciendo que alguien le había dicho que yo era una mentirosa y que tenía novio en Bilbao.  Por supuesto no era cierto, pero yo era tan orgullosa y me dio tanta rabia que dudara de mí, que le dije que habíamos terminado. Y lo que es peor, me inventé que no le podía devolver las fotos porque las había roto mi supuesto novio - respiró hondo-. Así de tonta fui. 

- ¿Y nunca más... 

- Nunca más -me interrumpió-. Ahí acabó todo.

Me contó que aunque lo pasó mal  le pudo el orgullo y jamás volvió a contactar con él. Luego conoció a su marido y pasó todo lo que he contado antes de países, casas e hijos. Total que desde entonces ha transcurrido toda una vida, más de 60 años, y jamás ha podido olvidarse de Juan José Arce, aquel encantador chico que trabajaba en Correos, que le escribía todos los días y que se había enamorado de ella al verla sentada en el tren. 

- Siempre me he preguntado qué habría sido de mi vida si le hubiese dicho la verdad. A lo mejor hubiera sido muy feliz... pero claro, nunca lo sabré.

- Y si le encontraras, ¿qué?

- Sólo quiero saber quien le contó aquello -dijo con rabia, dejando salir su lado oscuro. Casi podía verle los ojillos brillantes y vengativos al otro lado del teléfono-, porque ¿quién pudo ser tan mala persona? - y ya más suave -. Yo era muy joven y orgullosa, sólo me gustaría decirle la verdad  y verle. Por eso quiero que me ayudes, nada más. ¿Lo harás?

¡NADA MÁS Y NADA MENOS!   

A la explicación de que internet es enorme, que no puedo poner un anuncio como en el tablón del portal y que posiblemente sería más fácil pegar un cartel en cada farola de España (e incluso de Europa ) que colgar su anuncio web por web, blog por blog, o buscar no se sabe qué en bases de datos infinitas, su respuesta fue, "Pero podemos intentarlo, ¿no?" Lo de la aguja en un pajar tampoco pareció convencerla. 

Entonces le pedí el segundo apellido de Juan José, segundo apellido que no recuerda, como tampoco su fecha de nacimiento. ¿Y su dirección de entonces?,  pregunté al más puro estilo CSI buscando un hilo del que tirar.  Pero como trabajaba en correos le escribía a la oficina, sólo ponía su nombre y ni siquiera le hacía falta sello. Definitivamente sí que era otra época. 

Teniendo en cuenta que además Juan José pudo emigrar a cualquier lugar del mundo y no regresar, que de hecho ha tenido tiempo de dejar ya este mundo del todo y que en el mejor de los casos las opciones de que un caballero de unos 85 años tenga Facebook, Twitter o Instagram son bastante remotas, hay que asumir que nuestras posibilidades de éxito son francamente reducidas. Para que os hagáis una idea, si pones ese nombre en Google hay "aproximadamente" 1.530.000 resultados... ¡Dios! ¡Todo parece tan fácil en las series! En "Mentes Criminales" encuentran a cualquiera en 10 minutos sabiendo que se apellida Smith y que calza un 43.

Sin embargo, me he decidido a escribir este post a modo de mensaje en una botella para intentar hacer feliz a mi amiga Lina, porque se lo merece. Porque es una mujer valiente y sincera que, aunque en esencia sigue siendo una jovenzuela alocada, hoy es más sabia y quiere darse una segunda oportunidad a sus ochenta y pico. Porque nunca es tarde para intentar aprobar lo que consideramos nuestras asignaturas pendientes. 

Así pues, si conocéis a alguna familia Arce, por favor, contadle esta aventura a ver si encontramos al héroe de esta historia de amor epistolar y logramos cambiarle el final. Porque posiblemente Juan José sea amigo, padre o abuelo de alguien y a lo mejor, un día que se sentía melancólico, le contó a quien quisiera escuchar la historia de un desamor que le marcó de por vida. 

Y ya de paso, aprovechad la ocasión y dedicadle unos minutos a vuestras propias asignaturas pendientes. 

Yo lo estoy haciendo desde que sonó el teléfono. Porque el tiempo se nos escurre entre los dedos sin darnos cuenta. Nos desborda, nos engulle y en un par de pestañeos pasa la vida. Así, del tirón. Y tal vez seamos nosotros los que un día nos  demos cuenta de que en la memoria de nuestros últimos 60 años ha vivido el recuerdo de alguien a quien no hemos podido olvidar o el deseo de haber actuado de un modo diferente en alguna ocasión. Pues bien,  si eso ocurre y  nos damos cuenta de que la única opción que nos queda es lanzar un mensaje al INFINITO y esperar a que las fuerzas del universo se alineen y nos ayuden a aprobar esa asignatura pendiente, pues ¡que así sea!

Por eso hoy lanzo este mensaje al sempiterno océano de internet, como el naúfrago que lanza su S.O.S. al mar,  esperando que las corrientes sean favorables y que tarde o temprano llegue a tus manos, Juan José. De parte de la chica del tren. Sí, aquella muchacha de la que te enamoraste hace toda una vida, un día cualquiera, en un vagón cualquiera, de camino a Cercedilla.


9 comentarios:

  1. ASQUEROSA!!!!!!!!!, siempre que te leo me haces llorar a moco tendido.
    eres muy grande.
    Echale cojones y ponte a escribir "en serio" e intenta publicar para que hagas llorar de felicidad, como a mi, a mucha más gente.
    Un besazo enorme amiga mía

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    1. Un beso enorme mi niño. Muchas gracias... sabes cómo animarme!!

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  2. Que buena eres escribiendo, por Dios
    !!. Hemos estado mucho tiempo esperando..... Gracias, muchas gracias

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  3. Que razon tienes amiga !! Simplemente genial !!!

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  4. Hola amiga! Tu amigo tiene razón. Escribe y pública. Hay muchas posibilidades.... Lo haces genial! Te quiero y supongo que este hay posibilidades de vernos, Jajajaja... Aunque no tengamos nada pendiente excepto darnos un achuchón que hace mucho que no lo hacemos. Mil besos artista

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