CUANDO UN AMIGO SE VA

Perder un amigo es como perder un trozo de ti mismo, pero su recuerdo ha de hacernos más fuertes y mejores... Estoy segura de que en algún momento, en algún lugar nos reencontraremos

Hay personas que entran en nuestra vida sin permiso. Personas que se convierten en nuestras amigas sin  haber pasado por la burocracia de amistad más habitual. No son conocidos para luego ser amigos para luego ser los mejores amigos y luego amigos como hermanos. Simplemente aparecen y mientras intercambias el primer saludo notas una energía especial que te acerca, que tira de ti como un imán. Este acercamiento se convierte en abrazo, el intercambio de miradas en  guiño y no sabes cómo, de pronto ese desconocido es tu amigo. Así funcionan las cosas. Es como pasar por la caja rápida del super.


Sin embargo hay amigos que son de digestión lenta. Que cuando les conoces no te gustan especialmente, pero que con el tiempo y el contacto se convierten en esas personas especiales que te acompañan durante toda la vida, en esos amigos sin los que no concebiríamos nuestro presente ni nuestro futuro.
Hay amigos a los que sientes como tales aunque tengas poco trato y les veas muy de vez en cuando y hay gente a la que ves cada día que nunca llega a pasar el umbral del corazón y son sólo conocidos para siempre.

La amistad en fin es como el amor, inexplicable e insustituible, imprescindible para nuestra supervivencia, porque sin amigos en los que mirarnos, a los que tomar de la mano, la vida estaría vacía y el alma tendría eco.
¿Química? No lo sé. Lo que sé es que tu amigo puede llegar a ser tu hermano y tu hermano puede ser tu amigo. Que confundir la amistad con el amor es un error, pero que en todo buen amor la amistad es imprescindible. La amistad es un sentimiento noble y necesario que nos enriquece y nos hace muchísimo mejores. Nos hace más fuertes porque no nos sentimos solos.
 
Lo cierto es que, sean amigos de caja rápida o de digestión lenta, con los que compartes cada día o a los que ves de uvas a peras, cuando uno de ellos se va el corazón se te hace trizas y te sientes un poco más viejo y más solo... "cuando un amigo se va, algo se muere en el alma", ¡que gran verdad!

Y entonces, cuando la muerte nos lo arrebata, revives en la memoria cada momento que pasaste con esa persona. Repasas una y otra vez la última conversación que tuviste,  el último abrazo, las risas compartidas y las tristezas aliviadas. Las fantasías hechas realidad y los sueños que no consiguieron materializarse. Atesoramos cada imagen y cada secreto y nos vemos desde fuera en una imagen congelada, como si alguien hubiera puesto la vida en pause y nunca se fuera a reiniciar, te ves en una foto finish en la que ese amigo aparece el primero cruzando la línea de meta, y tú detrás con cara de gilipollas y de no saber qué coño ha pasado.

En general, los humanos no estamos preparados para la muerte, nunca lo hemos estado y supongo que nunca lo estaremos, y a medida que nos hacemos mayores nos va dando más miedo ya que hemos tenido más ocasiones de verla de cerca y de sufrir su frío vacío... Y nos aterroriza saber que cuantos más años vivamos, más solos nos quedaremos.  De hecho yo no temo mi propia muerte, únicamente me da miedo la de las personas a las que quiero, porque no quiero sufrir, no quiero quedarme sola.

Pese a ese temor visceral que no puedo evitar sentir, cada día estoy más convencida de que hay algo más, y la curiosidad gana terreno. Estoy segura de que esta vida no es más que un pequeño retazo de lo que ha de ser nuestra verdadera existencia. Y no se trata de una creencia religiosa. No es eso en absoluto. Más bien es una intuición basada en la cantidad de cosas que aún no comprendemos, en el hecho innegable de que cuanto más aprendemos más conscientes somos de lo poco que sabemos. Mi convicción se basa en nuestra inmensa ignorancia. Nuestro desconocimiento es infinitamente más grande que nuestro saber y en ese vasto océano aún cabe cualquier cosa, cualquier mágica sorpresa que le dé el sentido definitivo a todo.

El hecho de que no comprendamos algo, de que no lo conozcamos o no lo veamos, no quiere decir que no exista. Yo nunca he visto un átomo y sé que están en mí. No veo las ondas de radio o televisión y vivimos inmersos en ellas. Cada día nos atraviesan millones de rayos cósmicos y aquí estamos, tan panchos. No conozco ni la India ni Plutón, y ambos existen sin duda. Entonces, ¿porqué no es posible que exista otra realidad, una dimensión diferente a la que accedemos a través de la puerta de la muerte y que al final resulte que nuestra temida enemiga sea la que de paso a nuestra verdadera vida?

No tengo ni idea de cómo será o  de qué nos encontraremos. Puede que seamos una parte minúscula de una realidad más grande, como uno de nuestros glóbulos rojos es parte de nosotros, o quizá seamos una entidad independiente con un peso específico innegable. Tal vez nuestra muerte sea como la metamorfosis de las mariposas, y solo muera el gusano que fuimos en esta vida para convertimos en un ser bello y etéreo en la nueva. En cualquier caso tengo la esperanza de que un día lo comprendamos.

Por eso, cuando un amigo se va me gusta pensar que lo entiende todo en el preciso instante en el que se despide de esta vida y pasa por esa puerta a la que tanto tememos . Entonces me imagino su sonrisa de satisfacción exclamando ¡Ahhh, era esto!! ¿Cómo no me di cuenta antes? ¡Por fin lo comprendo! Y seguro que nos mira con ternura desde el otro lado, deseando que los que le amábamos sepamos superarlo, que su amor, su mayor herencia, pueda consolarnos y disfrutemos a rabiar de lo que nos queda de esta vida. Y nos esperará allí, en esa realidad en la que el tiempo no importa, para tendernos la mano cuando llegue nuestro momento y ayudarnos a cruzar el umbral de nuestra verdadera existencia.




Dedicado a Marta García. Una amiga de caja rápida que entró sin permiso y se quedó para siempre. Para Marta, una amiga que nunca fue solo una conocida y a la que siempre quise pese a verla de uvas a peras. Una mujer a la que todos amamos, que nos hizo sentir importantes y especiales y a la que nunca olvidaremos.
Para todos los amigos que os fuisteis antes que ella y que sé me esperáis allí con carita de cachondeo porque lo entendisteis todo antes que yo...