miércoles, 28 de octubre de 2015

PARA MI BUENA AMIGA SODA

"Coño, Malenita, qué gato más raro" Esas fueron las palabras de
mi amiga Emilia cuando le presenté a Soda... "¡Y tan raro- me reí-
como que es un perro!"
Catorce años juntas... Es bastante, sí, pero no tanto como me hubiera gustado

























Esta mañana temprano me llamó Pedro. Él nos conocé bien y siempre la cuidó con mimo, así que, tras un breve intercambio de apuradas frases de cortesía, llegaron las palabras que tanto tiempo he temido: "Ya tenemos las cenizas de Soda. Ven cuando quieras por ella".


Hace días que asimilé la noticia de su marcha, pero hoy se me ha vuelto a encoger un poquito el corazón y al mirar hacia su cojín vacío la he llorado de nuevo.

miércoles, 15 de abril de 2015

Reflexiones: LA MORALEJA DEL VESTIDO BLANCO QUE NO ERA BLANCO SINO AZUL





Hace ya tiempo que me di cuenta de que nada es inmutable, ni siquiera nuestros gustos y opiniones... Mejor dicho, sobre todo nuestros gustos y opiniones.  De hecho hace mucho que considero innegable que lo único inmutable es el cambio, incluso en lo que se refiere a nosotros mismos.

Ser consciente de este hecho me ha llevado a adoptar posturas consecuentes con mi manera de ser como, por ejemplo, nunca hacerme un tatuaje. Me cansé de los pendientes grandes y del pelo cardado de los 80 pese a que entonces me veía ideal, así que antes de vérmelas con la aguja supe que el  hartazgo es solo cuestión de tiempo. Por suerte tampoco me hice el maquillaje permanente que me regalaban por un buen artículo en mi etapa como redactora de belleza, ya que hoy luciría los labios perfilados de un marrón intenso muy de moda en los 90, un eye liner imposible y vaya usted a saber cuántas cosas más.

viernes, 10 de abril de 2015

VIENTOS DE MARZO. La historia de un mundo sin color


Dedicado a mis sobrinas María y Martina, a Lucía, Sofía e Inés, a todos nuestros  niños, sean  hijos, nietos, sobrinos, alumnos, amigos o hermanos para que ni ellos, ni sus hijos, ni los hijos de sus hijos tengan que vivir nunca en un mundo sin color... 


Siempre había vivido en aquel páramo. Sus padres habían decidido establecerse allí muchos años antes de que ella naciera. Era un pequeño pueblo de casas bajas, de un color tan semejante al suelo que casi era invisible en medio del árido paisaje. Todo era tan parecido entre sí que los viajeros que no lo conocían y pasaban por aquella carretera tenían que mirar más de dos veces para distinguir las casas de las lomas peladas y de las interminables llanuras en permanente barbecho.  Incluso sus habitantes se vestían de los mismos colores que el pueblo, llegando a mimetizarse tanto con el ambiente que casi no se les distinguía desde la distancia. 

La gama de colores oscilaba desde el pajizo de los cardos y las hierbas secas, hasta el marrón oscuro que lucían los troncos retorcidos y escuchimizados de los escasos árboles, todos coronados por hojas pequeñas y duras, de un verde tan opaco que apenas se distinguían de las leñosas ramas. La tierra, que también era de un color neutro y bastante uniforme, no mostraba siquiera un ligero tono rojizo que hubiera podido animar el paisaje, así que lo único que daba un toque de color a aquel lugar era el intenso azul de un cielo eternamente estaba despejado. El sol siempre lucía en todo su esplendor y el firmamento nunca cambiaba su aspecto. Tanto en invierno como en verano, en primavera o en otoño si mirabas hacia arriba sólo veías un azul tan claro y uniforme como la más azul de las turquesas. 

miércoles, 11 de marzo de 2015

Febrero - LA PALOMA Y EL MENSAJE ENCRIPTADO




Por increíble que parezca, hace unos años, un 14 de febrero recibí la visita de una paloma mensajera. Sí, sé que parece extraño, que alguien puede pensar que el papel de este tipo de alados recaderos está en franco declive desde hace mucho tiempo. Siglos incluso. ¿Cómo no iba a ser así, si hasta los mensajeros motorizados han sido sustituidos por archivos digitales que viajan por la red de redes de forma casi instantánea?

¿Raro? sin duda, pero así fue. Hoy, día 31 de febrero de varios años después he decidido compartir la información que mi colombina amiga se empeñó en hacerme entender, incluso a golpe de aletazo. ¿Por qué ahora? Es verdad que al principio no lo hice por temor a que todo el mundo pensara que estaba loca y que el divorcio me había afectado más de lo que estaba dispuesta a aceptar. Luego, porque guardé aquel recuerdo como un tesoro de esos que te gusta mirar a escondidas, encerrada en tu cuarto en  momentos en los que necesitas cerciorarte de que tú también tienes algo especial y no quieres que nadie te lo quite. Luego va pasando el tiempo y los recuerdos se van difuminando como una foto vieja se va borrando del papel y, la verdad,  no quiero que eso ocurra.

Así que, allá vamos.

miércoles, 4 de febrero de 2015

Cuento de enero. LA NUEVA VIDA



Cuando se dio cuenta de que estaba al otro lado del espejo un grito ahogado se le atascó en el pecho. Sintió las leves y tibias cosquillas que le hacían las lágrimas al rodar por sus mejillas, silenciosas y suaves como una caricia robada.

Apoyó la mano sobre el cristal que la separaba de su vida con incredulidad, temiendo que su contacto conllevase algún efecto imprevisible y doloroso.  Como si eso importara, como si pudiese ocurrir algo peor que lo que ya estaba viviendo.  ¿Qué coño había pasado?