REFLEXIONES DE UNA BECARIA MADURITA

Mi primer día como becaria fue emocionante... ¡qué iusión hace volver a empezar!

Como bien sabéis los que me acompañáis en la aventura del blog desde sus inicios,  este almacén de pensamientos comenzó denominándose "Reinventarse a los 50", ya que un desengaño laboral nos dejó a mi media naranja y a mí sin trabajo y sin rumbo hace algo más de un año, estando yo a falta de dos añitos para el medio siglo.

Vaya, vaya, ¿y ahora qué? Nos preguntábamos día sí y día también con esa  sensación de vacío tan cercana al miedo que te ancla el vértigo a la boca del estómago... ¿qué hacemos? Entonces el destino, a veces tan cabroncete y a veces tan majo, vino a echarnos una mano, y le puso a mi señor esposo en bandeja de plata la posibilidad de trabajar en su oficio de la mano de una persona a la que siempre había admirado muchísimo... así que ¡miel sobre hojuelas! De momento recuperábamos algo de tranquilidad.


¿... Pero y yo? ¿Qué quería hacer yo? En el curso del desmadejamiento cerebral al que nos hemos sometido caí en la cuenta que desde hace años tenemos el plan de vivir en la costa, en una gran casa con jardín y huerto en la que poder recibir a la gente a la que queremos. Siempre me he imaginado así, en un hogar luminoso por cuyas ventanas entre la brisa del mar jugando con las cortinas y en cuyo porche nos podamos sentar a disfrutar de la puesta de sol. Y entonces lo vi claro. Pensé que estaría genial  "reinventarme" como propietaria de un pequeño hotel que fuera nuestra casa, que esté tirando más bien al sur y preferiblemente frente al mar. Jubilarnos allí, pescando y cogiendo caracolas, recibiendo a gente de cualquier lugar que quiera pasar unos días en un sitio muy especial.

¡Genial! me dije a mí misma con alegría...  ¡Seamos hoteleros! ¡Emprendamos! 

Tres son las condiciones fundamentales que hay que cumplir para ser emprendedor: tener una idea, tener entusiasmo y tener dinero. Muy bien, pensé, ¡no te hundas! Dada la casi absoluta carencia de la tercera ¿qué puedo hacer con mi idea y mi entusiasmo? Y entonces decidí que podía empezar por formarme en el negocio que queríamos iniciar. Hasta ahí sí que me llegaban los posibles. Así estaré preparada y cuando el absurdo asuntillo del dinero se solucione ya sabré cómo hay que hacer las cosas.

Y en esas he andado estos meses. Con mi curso de Dirección y Planificación de Empresas Hoteleras, disfrutando como una enana de volver a estudiar y de sacar buenas notas (siempre he sido empollona). Cuando ya estaba terminando el temario, me informaron de que podía solicitar la prácticas antes de hacer el proyecto final. ¡Y a Dios pongo por testigo que fue entonces y solo entonces, cuando me dí cuenta de que no iba a ser fácil que alguien me cogiese para hacer prácticas! ¿Una becaria de 48 años? ¿Dónde se ha visto eso? Me los imaginaba preguntándose ¿será una mega repetidora o habrá enloquecido la pobre?

No obstante, como soy optimista por naturaleza,  envié mi solicitud, confiando en que no se fijasen mucho en la fecha de nacimiento y que me recibiesen personalmente. Cara a cara las cosas suelen ser más fáciles y puedes explicar de otro modo cómo has llegado hasta ahí con tantos años de retraso. Y así fue. 

No os podéis imaginar la emoción que sentí cuando me llamaron del departamento de recursos humanos de una cadena hotelera. Mi alegría cuando, tras la primera entrevista, contactaron de nuevo conmigo para concertar un encuentro con el director del hotel. Y no digo nada del subidón cuando me confirmaron la fecha de comienzo... Y eso que eran unas prácticas, si llega a ser un trabajo no sé qué hubiera sido de mi corazón.

En fin. Ahora que mis dos meses de trabajo como becaria de recepcionista están tocando a su fin quería compartir con vosotros algunas de las conclusiones que he extraído de esta enriquecedora experiencia:

1.- Las patas de gallo aportan glamour y suman tantos. Todos y cada uno de los clientes que han pasado por la recepción del hotel ha pensado inmediatamente que yo era la jefa. Y teniendo a mano un jefe, ¿para qué hablar con un subalterno? Así que los pobres ilusos siempre se han dirigido a mí en primer lugar sin saber, claro está, que yo era la ayudante. Además, el hecho de que mucho de los clientes sean extranjeros ha ayudado a mantener esa idea, ya que consideran que la palabra PRÁCTICAS que aparece junto a mi nombre en la chapa identificadora es sin duda mi apellido. Magda Prácticas me llamo ahora.

2.- El famoso dicho "la experiencia es un grado" es una verdad indiscutible. Las carencias técnicas sobre el sector concreto se ven compensadas por el "Know-how", por el "Savoir-Faire", que llevan incluidas las canas en el pack de supervivencia. Priorización y relativización  de problemas, reconocimiento automático de tipo de persona/cliente y una desarrollada mano izquierda son algunos de los extras con los que estamos adornados los maduritos. 

3.- Después del primer día el factor edad se diluye. Todos y cada uno de los compañeros con  los que he trabajado estos meses preguntó sorprendido el primer día "... Ah,¿tú eres la de prácticas?". Tras enfrentar con gallardía su estupefacción  y dar las explicaciones pertinentes, la edad no ha determinado nuestra relación. Hablamos de discotecas, novios, viajes, guisos o hijos. Soy una más y eso me gusta.

4.- El que sin duda sí sabe perfectamente qué edad tiene es tu cuerpo serrano. ¡Madre mía qué cansancio! Mil horas de pie, maletas para arriba y para abajo... Creo que cuando acabe calzaré al menos tres números más. Seré el Romay de las becarias, la mecedora de las recepcionistas, pero no me importa.

5.- La relación entre edad y posibilidades de desarrollarte en un sector nuevo suele ser inversamente proporcional, pero si no lo intentas las posibilidades no es que sean pequeñas, es que simplemente no son.

No sé si trabajaré en un hotel hasta que logremos montar el nuestro, ni sé si algún día lograremos convertir ese sueño en una realidad, pero sí sé que esta experiencia ha merecido la pena. Darte la oportunidad de hacer algo nuevo cansa pero rejuvenece. Te da la opción de vivir una nueva vida, de ilusionarte volviendo a empezar, de inventarte una historia diferente de la que ser protagonista, una historia que te guste más que la anterior porque puedes aprovechar todo lo que has aprendido hasta ahora, porque como decían nuestras abuelas "más sabe el diablo por viejo que por diablo".

Así que ya sabéis, esta becaria madurita se despide por ahora, puesto que al no haber tenido despacho oval del que sacar partido para hacerse famosa, tiene que trabajar duro para terminar las prácticas,  hacer su proyecto de fin de curso y crear un "business plan" en condiciones con el que convencer a algún banco o millonario de pro. De todos modos, por si la Ley de la Atracción funciona tal y como asegura "El Secreto", iré empezando por hacer un dibujo de una preciosa casa junto al mar con un gran jardín, buenas vistas y muchos amigos, lo miraré mucho, mucho, mucho y así, concentrándome, seguro que estaré un poco más cerca del sueño de ese hotelito al que vendréis a disfrutar de la puesta del sol mirando al gran azul con un mojito en la mano. Un sitio mágico lleno de alegría  y de flores en el que siempre encontraréis buena gente, muchas risas y unas cortinas que bailarán al ritmo de la brisa del mar.