miércoles, 11 de marzo de 2015

Febrero - LA PALOMA Y EL MENSAJE ENCRIPTADO




Por increíble que parezca, hace unos años, un 14 de febrero recibí la visita de una paloma mensajera. Sí, sé que parece extraño, que alguien puede pensar que el papel de este tipo de alados recaderos está en franco declive desde hace mucho tiempo. Siglos incluso. ¿Cómo no iba a ser así, si hasta los mensajeros motorizados han sido sustituidos por archivos digitales que viajan por la red de redes de forma casi instantánea?

¿Raro? sin duda, pero así fue. Hoy, día 31 de febrero de varios años después he decidido compartir la información que mi colombina amiga se empeñó en hacerme entender, incluso a golpe de aletazo. ¿Por qué ahora? Es verdad que al principio no lo hice por temor a que todo el mundo pensara que estaba loca y que el divorcio me había afectado más de lo que estaba dispuesta a aceptar. Luego, porque guardé aquel recuerdo como un tesoro de esos que te gusta mirar a escondidas, encerrada en tu cuarto en  momentos en los que necesitas cerciorarte de que tú también tienes algo especial y no quieres que nadie te lo quite. Luego va pasando el tiempo y los recuerdos se van difuminando como una foto vieja se va borrando del papel y, la verdad,  no quiero que eso ocurra.

Así que, allá vamos.


Estaba yo frente al espejo, recién levantada, con los pelos hechos un desastre, embutida en un pijama antilujuria que me había regalado mi madre, jugando a estirar las que por entonces eran sólo incipientes líneas de expresión. Me acerqué tanto al cristal que se hizo hasta vaho y en ese instante me acordé de mi abuela, que con su inconfundible acento me decía desde el más allá: “Ten cuidado, que a  las niñas que se miran mucho en el espejo se les aparece el demonio”.

Temiendo que aquella “premonición/sentencia” se cumpliera, algo que solía ocurrir cada vez que ella abría la boca, me separé de la empañada superficie antes de que pasara algo demoníaco, absurdo e inexplicable allí mismo, así que me puse la bata de aquel conjunto imposible y me fui a preparar un café.

He de confesar que aquel año había asistido a un cursillo de autoconocimiento y motivación que me regaló una amiga bienintencionada. Desde entonces aprovecho el rato en que la cafetera está al fuego para seguir las pautas que me dieron para “enfocar mi día” y activar esa ley de la atracción tan infalible para los coaches de pro: 10 minutos de meditación frente a una ventana, comenzando con algunos estiramientos y respiraciones profundas, dejando la mente en blanco y sintiendo mi sexto chacra o tercer ojo. Si soy sincera lo que hago es intentarlo, porque una vez hechos los estiramientos y respiraciones mi mente se niega en rotundo a quedarse en blanco, algo básico en la meditación. Más que un mar en calma, lo que tengo dentro es una jaula llena de periquitos, de grillos ruidosos que se niegan a callar. Tengo el jodido patio de un colegio a la hora del recreo.

Procuro concentrarme. Mezclo las instrucciones del cursillo con las de las clases de yoga a las que asistí durante unos meses. Cierro los ojos y hago una ligera presión entre las cejas para tener la sensación del tercer ojo que me dará la paz.  Nada. Abro la ventana para sentir el fresco de la mañana, recibir la energía positiva a pleno pulmón y eliminar mis residuos tóxicos. Pongo las palmas de mis manos hacia arriba receptiva a  la fuerza del universo, junto los dedos imitando la imagen que tenemos todos de la gente que sabe meditar… Inspirooo, relajooo. Siento el aire que entra frío. Espiroooo, siento el aire que sale templado, relajooo.

Aquel día no había manera ¡Qué rabia! ¡Era imposible! Me venían mil pensamientos a la cabeza, sin orden  ni concierto, pero el más machacón era pensar en San Valentín y que allí estaba, más sola que la una y sin ningún plan porque, una vez más, el que parecía iba a ser el príncipe azul definitivo había demostrado ser sólo una rana más, uno de los muchos batracios que había besado hasta entonces. Mi cabeza continuaba dándome órdenes: Relajaaaa, relajaaaa.

De pronto sentí  una presencia. Aun con los ojos cerrados tenía la sensación de que alguien me miraba.. Abrí  los párpados lentamente, saliendo de mi fallida concentración, y allí estaba, posada en el alfeizar de la ventana, observándome  con sus pequeños y vivos ojillos, moviendo graciosamente la cabeza a un lado y a otro.

-   ¡Hola! - me dijo alegremente, con una voz suave y ronroneante que parecía salir de su pecho emplumado -  ¿Qué haces? 

Sorprendida miré hacia atrás, hacia los lados. Tras unos segundos sonreí pensando que era solo una mala pasada de mi cabeza, algo maltrecha en aquellos momentos. Pensé que quizá había entrado realmente en trance y me había parecido oír una voz.

-          ¡Vaya! Parece que  medito mejor de lo que pensaba – dije en voz alta.
-          ¿Qué dices? ¿De qué hablas, chica? – Preguntó la paloma con su voz de arrullo ahora algo más aguda por la sorpresa. Me miraba fijamente y ladeaba la cabecita como hacen a veces los perros.
-          ¡Coño! – casi grité dando un salto hacia atrás- ¿Me hablas a mí?
-          Vives en una planta 15 – respondió en tono de burla, moviendo un poco las alas y mirando alrededor - ¿Acaso ves a alguien más por aquí? ¿A quién le voy a hablar si no?

Volví a acercarme a la ventana, con cautela, sin saber qué pensar. Lo que hace unos minutos era ya un cerebro alterado se había convertido en una auténtica centrifugadora.

-          Es que... eres una paloma – fue lo único que se me ocurrió decir.

-          ¡No me digas! – contestó fingiéndose sorprendida - ¿Qué soy una paloma? ¡Menos mal que me lo has dicho! ¿Y qué pasa, vamos a ver? ¿Tienes algún problema con las palomas?  Que no me extrañaría he de decirte – se contestó a sí misma-  porque los humanos estáis insoportables. Todo os parece mal, todo os molesta. Hasta nosotras, que éramos antes símbolo de paz y felicidad, ahora somos consideradas “ratas del aire”, y ponéis esos horribles pinchitos en todos los edificios para no dejar que nos posemos en ningún sitio.– hablaba con tono de incredulidad-  Así no hay quien trabaje, claro – dijo casi para sí misma - Muchas palomas en los juegos olímpicos, en las invitaciones de boda, banderas por la libertad, ONG... bla, bla, bla, pero venga a inventar sistemas antipalomas... en fin - suspiró, dando por terminada su cháchara.

-  ¿No serás el Espíritu Santo? -me sorprendí preguntándole-  Que sólo me faltaba quedarme embaraza así a lo loco, con la rachita que llevo.

-  Pero vamos a ver,  ¿tengo yo pinta de Espíritu Santo? Pues menudo ascenso, así por las buenas. ¡Madre mía, la que me espera! - exclamó- ¿Pero es que no has oído hablar de las palomas mensajeras o qué?

No sabía si reírme o llamar al 112. Ciertamente aquello era raro, pero no había duda,¡ aquella paloma me estaba hablando! Me miraba directamente a los ojos, buscando mis respuestas. ¡Incluso me parecía que gesticulaba!

-          Claro que conozco a las palomas mensajeras – contesté avergonzada- pero que yo sepa llevan los mensajes atados en la pata, no hablan .

 No me lo podía creer, estaba hablando con ella y dándole explicaciones… ¡Qué fuerte!

-          Eso era antes mujer – dijo alegremente – Mira – me alargó su pata derecha – Te he traído una copia en papel, pero a mí me gusta dar los mensajes de viva voz. Es más personal, ¿no te parece? Ya sabes, todo va cambiando. No llevamos un ipad, porque eso sí que es frío y anodino, perooo vamos mejorando. – canturreó alegre, casi riendo- Lo cierto es que siempre hemos hablado, lo que pasa es que la gente no nos entiende, y si alguien nos entiende no lo dice, porque los demás van a pensar que está loco... Así sois de raros los humanos. Pensáis que es mejor ser uno del montón que destacar y decirlo.

Algo temblorosa, acerqué la mano hacia la pata extendida de la paloma.

-         ¡Cógelo! –dijo ella- Sin miedo.

Cogí el rollito de papel que estaba atado a su pata. Para mi sorpresa, con una letra pulcra y clara estaba escrito: San Valentín, Cupido & Co. Y al lado un corazón rojo.
La miré extrañada.

-          Si hija, lo que lees –dijo como contestación a mi interrogante expresión-  Vengo de parte de Valentín y Cupido,¡ ya sabes, los encargados del amor! No es que hayan montado una empresita, pero ya no saben qué hacer para hacer para adaptarse a los tiempos y lograr que comprendáis sus mensajes. Los pobres... Es que les conozco mucho. –aseguró en un aparte, mirándose el extremo de un ala,  explicándome orgullosa la confianza con la que hablaba de ellos- Bueno pues que me han dicho que ya no saben qué hacer contigo… Que estás un poco despistadilla, y por eso te mandan esta misiva, a ver si así te enteras de qué va la cosa y dejas de dar palos de ciego.

Yo estaba paralizada, mirando el rollito de papel sin abrirlo y escuchando en cotorreo de mi amiga la paloma que se notaba tenía ganas de hablar.

-          Bueno, ¿qué? ¿Me invitas a pasar? Se está levantando aire y hace fresquete. Entro un momento, te digo lo que te vengo a decir y me voy volandoo – se rió de su propio chiste-  que tengo mucho trabajo hoy. Bueno y si me dejas beber agua te lo agradezco, que en Madrid ya no quedan fuentes por las calles, de los pinchitos ni hablamos,  tapáis las piscinas en invierno y los recorridos son largos.

Me aparté de la ventana invitándola a pasar y llené un cuenco de agua. Luego me senté en uno de los taburetes de la cocina observándola mientras bebía, metiendo la cabeza en el bol y luego echando la cabecita hacia atrás para tragar.

De pronto empezó a hablar de nuevo.

-          Vamos a ver, querida niña. ¿Tú te das cuenta de las desastrosas inversiones amorosas que haces? Tu currículum deja mucho que desear. Las altas esferas esperan mucho más de ti. Tienes muchas posibilidades, niña.

-          Ya – contesté tímidamente- Pero es que… es difícil.

-          Ni difícil ni nada. No puedes ir repartiendo cariño a diestro y siniestro esperando que tu amor transforme a la gente y se convierta en lo que tú quieres… Verás, por más que riegues un cactus no va a convertirse en un helecho, ¿a que no?

-          Supongo que no – tartamudeé ante la incontestable lógica de su razonamiento

-          ¿Y eso te causaría frustración? ¿O solo pensarías que si te gustan los helechos tienes que buscar un helecho y dejarte de cactus? – una vez más torció la cabecita- Y otra cosa,  - y más bajito, como si contara un secreto - entiéndeme, que está muy bien querer a la gente y eso, pero has de imponer un orden. Verás, el orden de los factores sí que altera el producto. Se dice así ¿no? Es que esto lo hemos dado hace poco en un cursillo de comunicación,  estamos reciclándonos un montón, el plan que te contaba - se rió como si me hiciera una confidencia-... Bueno, tú sabes a qué me refiero.

-          ¡Pues No! ¡No sé! ¡No sé cómo acertar con nada ni con nadie!- corté su discurso.

-          Sí sabes – aleteó conciliadora- sólo tienes que hacerlo. Lee la nota de Valentín y Cupido, venga

Con cuidado desplegué el pequeño rollito de pergamino. El corazón se me salía del pecho - quizá allí estaba la respuesta a todas mis dudas. Allí estarían las instrucciones para encontrar el camino que llevaba buscando tanto tiempo. Ante mis ojos  unas cuantas líneas escritas a pluma, con una preciosa caligrafía:

“ No te podemos decir qué tienes que hacer. Sólo te pedimos que medites sobre una cita que te resultará bien conocida: Ama a tu prójimo como a ti mismo. Feliz día de los enamorados. Estamos contigo"

Miré a la paloma con extrañeza.

-          ¿Lo entiendes? - y burlona al ver mi cara estupefacta , remarcó cada una de la sílabas- CO-MO-A-TI-MIS-MA... ¿Estamos? Si no empiezas por ti vas fatal. Pero fatal, fatal.

No daba crédito a todo aquello.

- ¡Hay que joderse! - le repliqué enfadada a la paloma - ¿Me estás diciendo que por ahí arriba esperan algo más de mí, que me mandan a una paloma mensajera, que la paloma HABLA, me pega la charla, me trae un pergamino con un mensaje de San Valentín y Cupido y cuando lo abro el mensaje parece que ha salido de la galleta de la buena fortuna del Lidl o  de un chino de mala muerte? ¡No me fastidies!- ahí ya estaba casi gritando- ¿Pero no se lo podían haber currado más? ¿Vamos, todo este despliegue de medios para dejarme igual? ¿Para que todo quede en mis manos? Es decir, ¿para que siga haciendo el gilipollas? Si lo supiera hacer sola ya lo habría hecho, ¿no crees? ¡Pues menudo plan de comunicación! ¡No me extraña que nadie pille los mensajes!

- Mujer - titubeó la paloma- no te pongas así.

- ¿Cómo que no me ponga así? Me quieres decir que me paso algo tan absolutamente increíble y que en realidad no voy a sacar nada en claro? ¡Es que esto sólo podía pasarme a mí! Pues menuda revelación. 

Empecé a pasear por la cocina hablando en voz alta 

- Vamos, vamos. ¡Que a unos les toca la lotería, otros se convierten en estrellas por casualidad, algunos tienen revelaciones místicas, hay quien ve extraterrestres o hace viajes astrales y a mí me viene a visitar una paloma mensajera con un jodido mensaje encriptado! ¡Si es que es no me lo puedo creer!

Pude ver como la paloma bajaba la cabeza algo apenada

- Mujer, entiéndeme - me dio pena verla afectada - que te agradezco mucho que hayas venido y eso, pero reconoce que el mensajito tiene lo suyo. Ya sé que no he hecho más que cultivar cactus y está bien que me lo recuerdes, pero ya te digo que lo tengo muy presente. Lo que necesito es ayuda para saber qué he de hacer.

La dicharachera avecilla se recuperó enseguida del bajón, voló hacia mí y se posó en mi cabeza dándome con las alas por ambos lados.

- ¡A ver si a así te despiertas, chica! 

- ¿Pero qué haces? ¡quítate de encima mío! ¡Deja de pegarme!- empecé a reír al pensar en la absurda situación- ¡Madre mía, nadie me va a creer!

- ¿Ves? Mucho mejor - dijo la paloma conciliadora, volviendo a posarse sobre la barra de la cocina en el que estaba el bol de agua - A veces os quedáis atascados en un pensamiento y hay que sacaros de alguna manera - se agitó como recolocando sus plumas - ¿Has oído hablar del LIBRE ALBEDRÍO? Sé que sí, y eso implica que nadie te puede decir lo que tienes que hacer, eso lo eliges tú, porque sólo tú puedes decidir tu destino. Ahora bien, - me miró de nuevo frente a frente- lo que sí podemos es darte pistas de tus errores y tu error principal es no quererte lo suficiente... ¡Y ya estoy hablando de más! - bebió de nuevo agua, alargando la cabeza y suspirando aliviada.

No dije nada. Me senté de nuevo frente a ella y la dejé continuar.

No entiendo porqué os cuesta tanto entender que de lo que va la vida, de lo que se trata, es de ser feliz. ¡No hay más misterio! Parece que a veces las cosas cuanto más sencillas más complicadas os parecen - dijo con incredulidad-. Para eso te tienes que querer a ti mismo  y luego compartir con los demás.  Y no me malinterpretes -continuó- a veces lo que te va a hacer feliz no es lo que más beneficio te aporta sino lo que hace feliz a alguien a quien amas de verdad, porque su felicidad es la tuya en ese momento... Pero tenlo claro el amor empieza por ti misma... ¿Estamos?

Le dije que sí convencida, más por su gesto de incredulidad ante mi inmensa ignorancia que porque realmente asumiera el sentido de sus palabras.

Buenoooo - aleteó alegremente - se me está haciendo tardísimo, chica. Ya te he dicho que hoy tengo mucho trabajo. ¡Todo va a irte bien, ya verás! ¡Eres una chica lista! Despistadilla, pero lista. ¡Ah y por cierto! - dijo señalándome con el ala - ¡Cambia de pijama! Ayúdate un poquito...-volvió a gorgotear una risilla- "ayúdate y te ayudaré", ¡esa es otra buena!

Nos despedimos en el alfeizar de la ventana. Me dijo que guardara la nota, que me traería suerte, y que me acordara de ella cuando tuviera un mal día. Sabía un montón del tercer ojo, así que me dio algunos consejos sobre meditación y relax que utilizo a menudo porque mi cabeza sigue siendo un hervidero de ideas inconexas y gritonas. Lamenté mucho ver cómo emprendía el vuelo. Era agradable hablar con alguien así, aunque fuera una paloma. 

Han pasado unos años desde entonces, pero cada mañana, cuando hago mis respiraciones frente a la ventana pienso en ella. He visto a muchas amigas suyas, incluso a veces entiendo lo que están diciendo con sus cucurrucucús, pero nunca he vuelto a entablar una conversación como la de aquel 14 de febrero. 

Le hice caso, busqué a mi helecho y adoro el jardín que formamos juntos. Aún así reconozco que hay veces que flaqueo, olvido lo que aprendí aquel día y me pierdo cuando sé que debo tomar una decisión importante . Entonces, cuando me doy cuenta, saco el pergamino de San Valentin, Cupido & Co., releo el mensaje que de tan sencillo parece encriptado y recuerdo que lo que debo hacer es lo que me haga más feliz...  No siempre es fácil hacer algo tan sencillo, al menos para nosotros los humanos, pero debemos esforzarnos, porque es así como funcionan las cosas. ¡Me lo dijo una buena amiga, voladora y charlatana, en la que confío plenamente!


6 comentarios:

  1. Es muy bueno Magda!!
    Me encanta y es toda una lección de vida.
    Muack!

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    1. ¡Gracias Pepo! Me alegro mucho de que te haya gustado. Mil besitos

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  2. Mi querida Magda!, no puedo dejar de imaginarte en las situaciones que describes con tanto desparpajo y salero...siempre me despiertas una sonrisa con tus historias, así sólo puedo animarte a que por favor, por favor, no dejes de escribir nunca. Por cierto te he dicho alguna vez que soy muuuy fan tuya y que te admiro una jartá!!! pues ahí queda eso amiga. Millones de besos y graciassss.

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    1. El sentimiento es mutuo amiga Juanita :-) Seguiremos dándole a la tecla (espero que cada día un poco más) que si no seguro que las palabras se me hacen bola dentro y termino atragantándome, jaja... antes como estábamos todo el día hablando a unos y otros! ¿verdad? Te echo de menos. Besossss

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  3. Tanta imaginación tienes que le has dado a febrero 31 días. Dí que sí, las que tenemos tantas cosas que hacer se nos hace corto el día y con "tres más" .... Me encanta
    "Estoy de acuerdo con Joana y suscribo su opinión" Además favorecida con el don de la palabra, y por si fuera poco, divertidísima. Eres un ser entrañable. Gracias SUERTE LA MERECES. Te queremos mucho.

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  4. Perdón por el retraso,
    he vuelto a leer tu vivencia con La paloma y he visto que no se guardó mi mensaje...En fin, era más de lo mismo y coincide totalmente con Joana...No dejes de escribir nunca . O mejor!, escribe más a menudo. Nos emocionas, nos diviertes, nos haces pensar....hablo por mi.
    Te quiero por ello.
    Muchos besos

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